Racismo, el extremo de la desigualdad
DOI:
https://doi.org/10.35305/rr.v3i6.89Resumo
"La premisa (y promesa) fundamental sobre la que se asienta el edificio ideal (y parcialmente real) de la democracia, es la igualdad de los integrantes de la comunidad política. La ciudadanía es la forma jurídica de esa igualdad, en política y en otros campos. La participación electoral, y la participación política en general, son posibles, como lo mostró Alessandro Pizzorno, sólo si se acepta la igualdad ciudadana. Las propias libertades pueden expandirse a medida que la igualdad se expande hacia distintas esferas, para usar la expresión de Michael Walzer. Libertad y participación, derechos y deberes ciudadanos se efectivizan y concretan en la misma medida en que se efectiviza y concreta la igualdad entre quienes integran la comunidad política. La dura constatación que se presenta en los trabajos que componen el dossier del numero 6 de RELASP, “Afrodescendientes de América Latina. Racismo y desigualdad estructural desde una perspectiva postcolonial” coordinado por Rocío Vera Santos, Sérgio H. Rocha Franco y Eduardo Luis Espinosa, es que las oscuras facetas del racismo, ocurren a la luz del día en democracias de América Latina. La región no sólo es un continente destacado por los niveles altos de desigualdad socioeconómica, sino también por no poder superar todavía el extremo de la desigualdad..."
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