Sobre la riesgosa reestructuración de la política
DOI:
https://doi.org/10.35305/rr.v6i10.157Resumen
El siglo XXI se ha caracterizado políticamente por una amplia redefinición de actores y escenarios. Nuevos modelos de partidos, nuevos canales de comunicación, nuevos escenarios internacionales que implican, ademas de nuevos tipos de liderazgos y de dinámica política, un desenraizamiento de las comunidades políticas respecto de actores, rutinas y valores que otrora representaron identidades, intereses colectivos y significados de la política. Este desenraizamiento incluye la circulación multitudinaria de personas, que traspasan fronteras nacionales, así como migraciones masivas de países con emergencias económicas y políticas que encuentran hoy respuestas extremas por parte de gobiernos y sectores poblaciones, y que constituyen nuevas fracturas de movilización y representación política. Al debilitamiento y pérdida de lealtades y rutinas debe agregarse la situación política radical por la que atraviesa una parte importante de las sociedades occidentales de hoy. Situación que se caracteriza por actores, acciones y discursos, que se sitúan en función de (y promueven) situaciones de polarización/radicalización; y por fuertes tensiones y conflictos entre las instituciones y actores de la comunidad política, y entre los actores en competencia. Esta nueva situación en diversos países de Europa y América se traduce en el ascenso de líderes personalistas, autónomos de las estructuras políticas tradicionales (partidos o sindicatos), pertenecientes a distintos espacios del espectro ideológico derecha-izquierda.




