El pasillo estrecho. Estados, sociedades

y cómo alcanzar la libertad

Daron Acemoglu y James A. Robinson.

Rafael Plancarte

shakespeare.x@hotmail.com

Universidad Autónoma

de Querétaro

 

México

 

El pasillo estrecho de Acemoglu y Robinson (2020) podría articularse a la reciente literatura que reflexiona sobre las regresiones autocráticas y la posibilidad de nuevas olas autoritarias, al estilo de Levitsky y Ziblatt (2018). Constituye, en ese sentido, un esfuerzo por mostrar que el cambio político está abierto a un conjunto de resultados diversos, que no necesariamente desembocan en el liberalismo político que F. Fukuyama proclamó como destino infalible.

Sin embargo, a diferencia de Cómo mueren las democracias (y de otras obras), este trabajo tiene mayores ambiciones en cuanto a los temas abordados: la naturaleza del Estado, la libertad, la violencia, la dominación, la cooperación y el problema del orden social. Como consecuencia, si bien los autores muestran que su ideal de modelo político (es decir, uno donde se equilibran las fuerzas del Estado y la sociedad, lo cual va en consonancia con la concepción contemporánea de democracia liberal) ha germinado principalmente en Europa, sostienen que el Leviatán encadenado no es una invención completamente occi­dental ni de la historia moderna. Así, los autores se preocupan más por entender las condiciones que promueven la libertad en un sentido amplio que por los requisitos de una democracia de calidad.

El tema fundamental de esta obra es la libertad, o mejor dicho, las condiciones institucionales que posibilitan este bien escaso en la historia política. Siguiendo el estilo de su afamada obra Por qué fracasan los países (2018), en la que el énfasis está puesto en cómo diferentes tipos de instituciones (inclusivas vs. extractivas) determinan diferentes resultados económicos, los autores exploran el papel que tienen diferentes arreglos institucionales en la promoción de la libertad (o su ausencia), y cómo es que se construye la senda que lleva a estos arreglos.

En particular, se analizan las condiciones que configuran tres tipos de Estado: el despótico, el ausente y el encadenado, especificando los resultados económicos y políticos asociados a cada uno. A partir de un análisis histórico que en diversos momentos se vale de la comparación, los autores argumentan que la libertad se alcanza ahí donde se logra un equilibrio entre un Estado lo suficientemente robusto para garantizar tanto la paz social como el bienestar y una sociedad lo adecuadamente fuerte como para encadenar la inexorable naturaleza autoritaria del Estado, es decir, ahí donde se consigue encadenar al Leviatán. Así, los autores retoman una paradoja que ha llamado la atención durante siglos a filósofos y cientistas políticos: el Estado es imprescindible para superar el estado de naturaleza, pero sin control societal el Estado tiende al despotismo. Sin Estado no hay libertad, pero sólo una sociedad participativa y organizada puede confrontar los impulsos orientados a eliminarla por parte del Estado.

El Estado encadenado se diferencia de los otros al promover instituciones e incentivos que se traducen en mayor participación política, mayores derechos, mejores oportunidades económicas y, en general, aquellos aspectos identificados con las instituciones inclusivas discutidas a mayor profundidad en Por qué fracasan los países. Sin embargo, las condiciones que convergen en un equilibrio entre Estado y sociedad, en un Estado encadenado, son difíciles de conseguir. La lógica de las instituciones políticas es el producto de las decisiones y pautas seguidas en el pasado, por lo que transformar instituciones perjudiciales para la sociedad (las que restringen la libertad) puede requerir la eliminación de arreglos institucionales (equilibrios) que fueron conformados previamente (en el peor de los casos, buscar el punto que dio origen a la senda principal). Destrabar un equilibrio obliga a poner atención a cómo se establecieron las lógicas del pasado. Como se sabe, el cambio institucional es costoso.

Para desarrollar su análisis los autores hacen un uso explicativo, más que descriptivo, de la historia, si bien no podría decirse que su estrategia se encuadra en la tradición de las narrativas analíticas dado que no hay una articulación entre historia y modelización. Por otro lado, sí comparten con el enfoque racionalista un interés por la naturaleza (y los dilemas/límites) de las soluciones al problema del orden social. El problema del orden social está implícito en los capítulos que componen el libro, esto es, cómo individuos egoístas que pertenecen a sociedades ubicadas históricamente alcanzan o no equilibrios de cooperación que les beneficien. El orden social sólo existe cuando se da la cooperación, pero la cooperación debe ser explicada. El Estado y las normas sociales son soluciones en las que los autores profundizan. El Estado se constituye como la solución predilecta para superar el estado de naturaleza hobbesiano, pero un Estado poderoso y eficiente no necesariamente garantiza la libertad, como lo ejemplifican los autores con el Estado nazi y el Estado chino de la década de 1950. Como dicen los autores, el Estado puede terminar con el temor hobbesiano del estado de guerra, pero traer la miseria, el temor, y la muerte. Por otro lado, la ausencia de Estado puede resultar en la demanda de normas sociales. Siguiendo a los autores, las normas, junto a las tradiciones y las costumbres, tienen la función de prescribir lo que es conveniente y errado y logran coordinar la conducta y las expectativas de los individuos hacia el logro de objetivos compartidos. Las normas sociales pueden también solucionar el estado de naturaleza. El problema es que las normas también pueden provocar otros tipos de dominación y terminar con la libertad. Así, los individuos pueden verse obligados a elegir entre dos opciones o entre las tres (entre un Estado despótico, la jaula de las normas o la anarquía). Un Estado encadenado y al servicio de los ciudadanos puede evitar verse envuelto en estas disyuntivas.

La libertad no solo se ve amenazada por el Estado, bajo regímenes despóticos y autoritarios (donde está el énfasis de gran parte de la literatura sobre democratización de las últimas décadas), sino que también puede ser impedida por individuos y grupos que brotan de la misma sociedad para imponer su dominio: grupos criminales, paramilitares, guerrillas, entre otros. Estos grupos están orientados por una variedad de motivaciones, no siempre políticas. Resulta sintomático hacer referencia a aquellos casos del contexto mexicano de los últimos años, principalmente desde el inicio de la llamada guerra contra el narco, en los que el crimen organizado ha impuesto su dominio sobre poblaciones enteras a través de la intimidación, la violencia y la amenaza, instaurando lógicas extractivas que toman formas como la extorsión, el cobro de piso o el secuestro. ¿Resulta en estos contextos limitado el análisis de este libro? Al contrario. El fortalecimiento de estos grupos es en gran parte consecuencia (consecuencias no intencionales) de un Estado que les brindó protección por décadas y de una sociedad que no exigía a sus gobernantes un Estado de derecho efectivo, y que fue pasiva frente a la corrupción. El fortalecimiento de estos grupos es consecuencia de una sociedad débil que no logró encadenar al Estado. Encadenar, entonces, no sólo significa ausencia de despotismo, sino también rendición de cuentas.

Como comentario final, considero que no sólo el Estado debe estar en constante observancia por parte de la sociedad. La sociedad misma debe estar en constante escrutinio por la misma sociedad. Es en la sociedad donde surgen fuerzas con objetivos políticos que al hacerse del Estado pueden terminar con la libertad. Identificar a tiempo estos riesgos es una tarea primordial.

 

 

Datos bibliográficos

 

Acemoglu, D. y Robinson, J. A. (2020). El pasillo estrecho. Estados, sociedades y cómo alcanzar la libertad. México: Crítica.